Procedencia y propagación de los grupos sanguíneos y el factor Rh

- Orígenes de los grupos sanguíneos A, B, AB y O
- Propagación y ventajas del grupo sanguíneo O
- Orígenes de los factores Rh positivo y Rh negativo
- Propagación y ventajas del factor Rh negativo
- Conclusiones sobre la existencia del grupo O y del factor Rh negativo
En la parte 2 de esta serie de artículos hemos conocido el sistema de heredabilidad de los grupos sanguíneos y del factor Rhesus, así como las probabilidades que existen de que nuestra genética los herede. Pero… ¿de dónde proceden? ¿En qué momento se originaron? ¿Cómo y por qué se propagaron?
Orígenes de los grupos sanguíneos A, B, AB y O
Desgraciadamente, a la ciencia no le queda otra que ofrecer explicaciones especulativas a la cuestión de los orígenes y propagación de los grupos sanguíneos en general y del grupo O en particular. Fundamentadas, sí. Pero igualmente especulativas. De ahí que, dentro de la propia comunidad científica, hayan existido disputas e hipótesis contrapuestas a este respecto.Durante mucho tiempo, se creyó que el grupo sanguíneo O era el más primitivo de los cuatro. Y aún encontramos que es la idea más extendida por internet. Esta hipótesis se fundamentaba sobre la base de que es el grupo sanguíneo más frecuente entre los seres humanos. Incuestionablemente, es una hipótesis que responde a un razonamiento más que lógico. Si, como ya hemos visto, el grupo O es el que menos probabilidades tiene de ser heredado según la estadística, ¿cómo, si no, podría haberse propagado tanto? Suponían entonces que debía de ser el grupo sanguíneo original y que, durante miles y miles de años, no había otro grupo contra el que competir a nivel de heredabilidad. Por este motivo, pese a su desventaja probabilística, tuvo la posibilidad de extenderse hasta el punto de convertirse en el grupo sanguíneo más frecuente.
Estudios recientes han desbaratado esta hipótesis, situando al grupo sanguíneo A como el más primitivo de los cuatro y al grupo O como uno de los más recientes. En base a estudios genéticos realizados en primates, la ciencia sitúa los orígenes del grupo sanguíneo A hace al menos 20 millones de años, del grupo B hace al menos 3,5 millones de años y del grupo O hace aproximadamente 1,15 millones de años. En cuanto al grupo AB, es del que menos datos se tiene y se cree que surgió de la mezcla de caucásicos con alelo A y asiáticos con alelo B, probablemente durante la invasión de los hunos y, más tarde, a través del imperio mongol (o sea que tendría menos de dos mil años de antigüedad).

En cuanto a cómo se originaron los diferentes grupos sanguíneos, la respuesta que da la ciencia es la habitual. Como consecuencia de diversas mutaciones genéticas acontecidas de manera natural y arraigadas por algún tipo de beneficio biológico que favorecía la supervivencia. No obstante, cabe aclarar que la ciencia todavía no tiene respuestas específicas a la utilidad evolutiva del sistema ABO y de los distintos grupos sanguíneos. Descubrimientos recientes les han permitido formular algunas hipótesis plausibles, pero que aún se encuentran lejos de ser probadas. Veremos algunas de ellas en el siguiente apartado.
Ahora detengámonos un instante a reflexionar sobre lo que acabamos de leer. Según estos datos, el grupo sanguíneo O no es el más antiguo, sino uno de los más recientes. Pero, por lo que hemos leído en la parte 2, sabemos que sus probabilidades de heredabilidad son de las más desfavorables. ¿Cómo es posible entonces que se haya extendido hasta convertirse en el grupo sanguíneo más frecuente?
Propagación y ventajas del grupo sanguíneo O
Antes de empezar con explicaciones, observemos la frecuencia porcentual de los distintos grupos sanguíneos. Actualmente, el grupo A constituye el 21% de la población mundial. El grupo B, el 16%. El grupo AB, menos del 5%. Y el grupo O, el 63%. Como vemos, la diferencia es abismal para no tratarse del grupo sanguíneo más primitivo.No voy a entrar en detalles sobre los lugares del mundo en que cada grupo sanguíneo es más frecuente; para eso ya hay otros artículos que presentan datos estadísticos concretos en los que yo no quiero entrar. Sin embargo, es importante saber que los distintos grupos no se encuentran repartidos de manera uniforme, sino que son mucho más frecuentes en unas zonas que en otras. Particularmente el grupo O que, entre los indígenas de Centroamérica o América del Sur, llega a alcanzar cotas cercanas al 100%. Un auténtico disparate, teniendo en cuenta su desventaja probabilística.

Y es que, dicha desventaja probabilística, presumiblemente sea falaz. Los datos así parecen indicarlo. Durante mi proceso de documentación para escribir estos artículos, me he encontrado con que al menos tres reputados doctores en Biología sostienen que «existen cientos de formas de heredar el grupo sanguíneo O», lo que desbarata el simplista sistema estadístico de heredabilidad que hemos aprendido antes. Desconozco a qué se refieren exactamente con esta afirmación porque estoy muy lejos de ser una experta en Biología, pero me lo puedo imaginar basándome en la hipótesis que ofrece la ciencia para explicar cómo se propagó el grupo sanguíneo O.
Esta hipótesis nos cuenta que los primates se encontraban atrapados en “jaulas” infestadas de patógenos, que incluían virus, bacterias y otros enemigos biológicos. Algunos de estos patógenos podrían haberse adaptado con el tiempo para aprovecharse de las vulnerabilidades biológicas de los primates con el grupo sanguíneo mayoritario, y así poder infectarlos sin ser destruidos por su sistema inmunitario. ¿Cómo lo habrían hecho? A través de los antígenos. En la parte 1 hemos visto que los antígenos funcionan como marcadores que indican a los anticuerpos si una sustancia es potencialmente peligrosa o no. Estos patógenos habrían encontrado el modo de “disfrazarse” de antígeno A, por ejemplo, para poder infectar a los individuos de grupo sanguíneo A y campar alegremente por su organismo sin alertar a los anticuerpos.

Esto explicaría por qué se han encontrado, en el árbol filogenético de los primates, diversas mutaciones que han convertido al grupo sanguíneo A en grupo B, y viceversa, en varios puntos de la evolución. Todo en un intento de sortear la amenaza de estos “patógenos disfrazados”. Naturalmente, el grupo O, al no tener ninguno de los dos tipos de antígenos, era menos susceptible de ser infectado por este método. Por este motivo –nos cuentan–, los individuos con grupo sanguíneo A o B eran más proclives a morir, lo que esquilmó su número de integrantes, permitiendo al protegido grupo O prosperar y propagarse.
Esto no es nada nuevo. Concuerda con la teoría evolucionista más básica, que nos dice que los individuos más incapaces de adaptarse al medio mueren, lo que permite que prevalezca siempre la genética más aventajada.
Pero, si es sólo esta “purga genética” la que permite que los genes más aventajados se propaguen, entonces, ¿por qué decían estos biólogos que existen cientos de formas de obtener el grupo sanguíneo O? La respuesta es que los mecanismos de heredabilidad genética son mucho más sofisticados de lo que creemos y no se basan únicamente en un sistema de probabilidades arbitrario, como nos han enseñado.
La ciencia moderna ya contempla este criterio, o al menos parte de él, mediante un factor que la Biología Evolucionaria llama «presión selectiva». Esto quiere decir que, cuando existe un factor ambiental que amenaza la supervivencia de una especie, la propia genética “sustituye” la probabilidad arbitraria de heredabilidad por un sistema más sofisticado que favorece a los alelos más aventajados. Por poner un ejemplo, si un primate tiene el genotipo AO y ser del grupo sanguíneo A amenaza la supervivencia de su progenie, su propio organismo influirá en el sistema de heredabilidad, favoreciendo al alelo O, y aumentando las probabilidades de que éste sea heredado.
Este mecanismo de heredabilidad genética por presión selectiva también está siendo observado en animales que suelen ser cazados masivamente para obtener sus colmillos o sus cuernos, como el elefante o el rinoceronte. Su propia genética está favoreciendo la manifestación fenotípica de descendientes que no tengan colmillos ni cuernos a fin de evitar la extinción. Señalo este hecho para dejar claro que, cuando hablamos de «factor ambiental», también nos referimos a la acción deliberada del ser humano, no sólo a elementos naturales.

En lo que a las ventajas del grupo sanguíneo O respecta, todavía queda mucho por saber. Pero, por el momento, ya se han descubierto algunos factores que hacen de él un grupo relativamente aventajado genéticamente. Casi todos refieren a una resistencia natural a determinados tipos de enfermedades. Por ejemplo, diversos estudios sugieren que el alelo O ofrece al organismo cierta protección contra la malaria. De ahí que, en aquellos lugares donde la malaria es endémica (propia de esa región), el genotipo OO sea el más frecuente. También se ha descubierto que el grupo sanguíneo O es menos proclive que el grupo A a contraer determinadas enfermedades infecciosas como la viruela, a contraer cáncer de páncreas o de pulmón y a sufrir enfermedades cardíacas.
Quizá estos datos sean suficientes para explicar cómo se ha propagado tanto el grupo sanguíneo O, a pesar de estar constituido por alelos recesivos. Juzguen ustedes mismos.
Orígenes de los factores Rh positivo y Rh negativo
Si ya se sabe relativamente poco sobre el sistema ABO, sobre el factor Rhesus aún se sabe muchísimo menos, y no digamos ya del Rh negativo en concreto. No en lo que lo referente a sus características, que ya hemos visto que se conocen bastante bien gracias a la rama de la Biología que estudia la genética. Pero sí en lo que respecta a sus orígenes y a su propagación. Estas cuestiones son, aún hoy, un auténtico misterio para la ciencia moderna.Como ya sabemos los que estamos interesados en esta cuestión, el factor Rh fue descubierto en el año 1937 por los doctores Karl Landsteiner y Alexander Wiener mientras estudiaban a los monos Rhesus. De ahí proviene su nombre. Gracias a este descubrimiento, se desarrolló el exitoso sistema de transfusión sanguínea del que nos beneficiamos actualmente.

Pero no divaguemos con detalles innecesarios, centrémonos en el tema que nos ocupa. ¿De dónde sale el factor Rh negativo? La respuesta que da la ciencia es un claro «No lo sé». Como ya he mencionado al principio, ésta sostiene que apareció como consecuencia de una de tantas mutaciones genéticas acontecidas en la progresión evolutiva de las especies. Pero es incapaz siquiera de datar su origen. Lo que sí que se sabe es que, a diferencia del sistema ABO, no se lo puede situar en ancestros demasiado lejanos. Y es que ningún animal, ni siquiera los primates genéticamente más cercanos a nosotros, presenta el factor Rh negativo.
Por internet circulan rumores –imagino que basados en antiguas hipótesis científicas– que sitúan la aparición del Rh negativo hace unos 35.000 años, en tiempos de los neandertales. Estas suposiciones se sustentan en el Rh- hallado en el ADN de algunos especímenes de neandertal analizados. No obstante, estudios genéticos recientes desechan esta posibilidad, basándose en que el haplotipo más primitivo del factor Rh negativo es, aún hoy, el más frecuente entre la población africana. Esto descartaría la posibilidad de que el Rh- se hubiera originado en pueblos nómadas como el neandertal. Por el contrario, los genetistas creen que esta mutación se produjo en los homínidos más primitivos, antes de que éstos emigraran de África y se propagaran por el resto de la superficie terrestre. Pero, de nuevo, no disponen de suficientes datos que les permitan formular afirmaciones más categóricas o específicas.

Propagación y ventajas del factor Rh negativo
Aquí es donde la ciencia se encuentra la mayor muralla de incomprensión respecto al factor Rh negativo. No sólo porque se sabe poco de sus orígenes, sino también porque la lógica nos lleva a pensar que los mecanismos de selección natural deberían haber suprimido el Rh- mucho tiempo atrás.De nuevo, me encuentro al documentarme que expertos genetistas sostienen que «existen cientos de formas de heredar el factor Rh negativo», sin especificar a qué se refieren con ello. Antes hemos especulado que podrían referirse a los mecanismos de heredabilidad genética basados en la presión selectiva. Esto significaría que tener el factor Rh- reportaría algún tipo de beneficio biológico que favoreciera la supervivencia para que la propia genética aumentase las probabilidades de heredarlo. Sin embargo, aún no se han hallado.
Lo único que se sabe por ahora es que el Rh- parece ofrecer una mayor resistencia que el Rh+ al parásito Toxoplasma Gondii. Este parásito es responsable de la enfermedad conocida como «toxoplasmosis» que, en mujeres embarazadas, puede causar aborto o graves lesiones en el feto. Sin embargo, la propia ciencia reconoce que este beneficio no es suficiente como para contrarrestar el inmenso perjuicio evolutivo de la incompatibilidad Rh y justificar la prevalencia del Rh negativo.

En la parte 2 hemos comentado que existe la incompatibilidad ABO y que es mucho menos frecuente que la incompatibilidad Rh. El motivo de que sea así es que los anticuerpos Anti A y Anti B son demasiado grandes como para atravesar la placenta. O sea que, a pesar de este hándicap evolutivo, parece que la selección natural se ha encargado de ponerle remedio. Por el contrario, los anticuerpos Anti D, que son los que causan la incompatibilidad Rh, son los más pequeños que nuestro organismo puede generar, por lo que pueden penetrar en la placenta sin ningún tipo de problema. Esto nos deja con la sensación de que el factor Rh- está especialmente diseñado para destruir a la descendencia con Rh+.
Siendo así, ¿qué clase de beneficio reporta el Rh negativo que podría haber favorecido sus probabilidades de heredabilidad por presión selectiva? La respuesta de la ciencia es clara: «Ninguno conocido». De modo que ni siquiera la propia ciencia tiene claro si la presión selectiva juega un papel en este caso. Sin embargo, así debería ser. Porque, como hemos visto, la probabilidad básica de heredar el factor Rh- es minúscula en comparación con la del Rh+. Si a esto le sumamos el hecho de que el Rh+ es el más primitivo y, por lo tanto, se encontraba ya enormemente extendido cuando se originó el Rh-, esto nos deja con unas probabilidades de heredabilidad más pequeñas aún. Y, si a todo esto, le añadimos que las madres Rh- sólo podían tener un hijo con la combinación genética más probable (Rh+), la conclusión lógica a la que llegamos es que es directamente imposible que el factor Rh- se haya propagado.
A pesar de todo esto, el 15% de la población mundial presenta el factor Rh negativo. Puede parecer una cifra pequeña pero, a la luz de todo lo que hemos visto, la proporción es en realidad inmensa.
Conclusiones sobre la existencia del grupo O y del factor Rh negativo
Hemos empezado esta serie de artículos planteando la pregunta de cómo es posible que el grupo sanguíneo O y el factor Rh negativo no se hayan extinguido.Respecto al grupo sanguíneo O, concluimos que su heredabilidad se ha visto favorecida por mecanismos de presión selectiva y eso le ha permitido propagarse hasta erigirse como el grupo sanguíneo mayoritario. Consideramos las hipótesis y pruebas ofrecidas por la ciencia lo suficientemente sólidas como para justificarlo, así que aceptamos barco.
No podemos decir lo mismo del grupo sanguíneo AB, que es extremadamente reciente, tiene la misma probabilidad de heredabilidad básica que el grupo O y no presenta las ventajas evolutivas que hemos señalado en el grupo O (al contrario, presenta todas las vulnerabilidades biológicas que han permitido prosperar al grupo O). Pero esto ya daría para otra disertación completa.
En cuanto al factor Rh negativo, al observar los datos que la ciencia nos ofrece, hemos acabado con el doble de dudas que antes de conocerlos, causando que la brecha de la especulación se abriera al máximo, hasta convertirla en un auténtico abismo. Esto nos confiere pleno derecho a formular nuestras propias hipótesis y conjeturas para obtener las respuestas que nos faltan. Así que… ¡Especulemos! ¡Especulemos a gusto! 😁
Explica que las personas prodigio son las RH negativo
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